Cuando nuestra protagonista activó su Don por primera vez entrenando en el dojo, el rechazo por parte de los altos cargos de la familia fue inmediato, pues no le veían ninguna utilidad al poder que había despertado.

​

Fue su propio padre el que le dijo directamente que por la débil naturaleza de su habilidad, su destino mientras se mantuviese en el hogar de la dinastía Sarui sería la de ayudante de segunda categoría, apenas algo más importante que una asistenta promedio. Cuando Saki terminó de asimilar que hasta su propio padre la degradaba de aquella manera, tomó el dinero que le correspondía por ser parte de aquella familia y partió con un barco y una pequeña tripulación a viajar por el mundo, con el objetivo personal de mejorar sus artes de combate, perfeccionar aquel Don y derrotar a su progenitor, obteniendo así un puesto dentro del consejo de su propia sangre.